África esconde misterios verdaderamente increíbles que nos harán repensar muchos de nuestros actuales esquemas vitales. Pero también esconde pobreza, dolor, llanto, desesperación y muerte. Para los que quieren descubrir esos misterios sin ignorar el sufrimiento es este blog.

sábado, 2 de enero de 2010

Subvenciones caprichosas sin fronteras

El periódico El Economista titula de la siguiente forma una información de Alejandra Ramón: "El Gobierno impone el capricho en su política de subvenciones". A continuación, la periodista, partiendo de lo publicado en el B.O.E., hace un breve recorrido por quince subvenciones que denomina como "curiosas" y entre las que se encuentran, por ejemplo, los 28.810 euros para la asociación de Gays y Lesbianas de Zimbabwe; 800.000 euros para el programa de mejora del ejercicio de los derechos sexuales reproductivos del Ministerio de Salud de Nicaragua; 700.000 euros para el fortalecimiento de la Policía Nacional de Nicaragua; 270.000 euros también para fortalecimiento, pero en esta ocasión de la Cámara de los Diputados de la República Dominicana; 56.200 euros para la Red de mujeres chocoanas de Colombia aplicables a la "promoción de la seguridad de las mujeres en ciudades latinoamericanas en dos ámbitos de actuación: incidencia en políticas públicas y experiencia socio-territorial"; 113.225 euros para la Fundación Hijos del Maíz de Perú; 40.000 euros a la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España para sensibilizar a la población inmigrante marroquí contra las drogas; o los escandalosos 2.426.100 euros a la ejecución del programa Ibermedia para desarrollo de proyectos de cine americano de la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica.

Alejandra, la autora de esta más que interesante información, hace una equivalencia sobre el hecho de dar dineros públicos españoles a terceros países, o a colectivos extranjeros en España, cuando esos mismos dineros hacen falta en nuestro país precisamente para los mismos criterios con que son donados a otros. Evidentemente, no es difícil estar de acuerdo con la periodista porque, se mire por donde se mire, y estando como estamos, no podemos andar regalando enormes cantidades de dinero a troche y moche a no ser que fuera para causas fundamentales.

Y ahora, dicho todo esto, me gustaría que hiciéramos un pequeño ejercicio de imaginación si el dinero de las subvenciones de los 15 únicos ejemplos que cita el diario El Economista, que sumado viene a ser alrededor de cinco millones de euros, en lugar de gastarse allá o acá en gays de Zimbabwe o en proyectos de cine iberoamericano, se gastara en proyectos de cooperación al desarrollo en África, o donde sea que haga falta. Con ese dinero, y siguiendo criterios constructivos africanos en lugar de las barbaridades de precios que se manejan en España, se podrían construir más de mil pozos de agua, o cientos de viviendas sociales, o decenas de escuelas primarias o de formación profesional, o también decenas de centros de salud, o tres grandes hospitales. Y si lo aplicamos a conceptos de mucha más urgencia, le podríamos dar de comer a más de cien mil personas en campamentos de refugiados durante tres meses, o vacunar a cerca de un millón de niños, o regalar sobre dos millones de mosquiteras.

Está claro que los gays y lesbianas de donde quiera que sean tienen derechos, y las mujeres chocoanas, y los hijos del maíz, y los policías de Nicaragua, y los diputados de la República Dominicana, y por supuesto los cineastas iberoamericanos, pero no hay ningún derecho que pueda estar por encima del derecho a la vida, es por eso que va siendo hora de reclamar a nuestros políticos algo más que prudencia, porque de lo que se trata es de coherencia.

Alejandra Ramón, la periodista de El Economista, ha dado en el clavo con su información, y eso que solamente ha citado quince ejemplos, no quiero ni imaginar el montón de millones de euros que se tienen que ir en conceptos inconsistentes por un miserable, como dice ella "capricho" en la política de subvenciones del Gobierno. Deberíamos hacer algo al respecto, callar y mirar para otro lado es lo que hemos hecho hasta ahora y así nos va. Y así le va al mundo.