Sábado 19 de diciembre de 2009. Una amiga me envía un sms: "Pon tele5". Como quiera que casualmente estaba cerca del mando a distancia del televisor hice caso a mi amiga y conecté Tele5, que en ese momento estaba retransmitiendo el programa La Noria con Jordi González como presentador. Se trataba de una entrevista al conocido presentador Jesús Vázquez y, en la primera parte de la misma, resaltaron su faceta de embajador de buena voluntad de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados).
Evidentemente, nadie puede relatar mejor la desesperación que se vive en los campos de refugiados que aquellos que la han visto en directo, como es el caso de Jesús Vázquez. Y así, durante el desarrollo de esa parte de la entrevista, muchas personas pudieron recibir un mensaje claro y directo sobre la necesidad real de actuar cuando la realidad supera a la ficción.
Lamentablemente, mientras Jesús Vázquez estaba contando sus vivencias en lugares donde la vida se confunde con la muerte con facilidad insultante, los responsables del programa pasaban continuamente rótulos en pantalla anunciando que, a continuación, Belén Esteban iba a contar cómo le había cambiado la vida gracias a la cirugía estética. Y, por si fuera poco, también se daban paso a sms en los que, si bien algunos se solidarizaban con el mensaje de Vázquez, muchos de ellos lo que hacían era piropearlo diciendo lo "bueno que está".
Ambas actitudes, la de la cadena de televisión por su poca sensibilidad anunciando la entrevista a una vividora del cuento, mientras su entrevistado habla del dolor y la muerte, y la de algunos espectadores con sus mensajes inoportunos y fuera de lugar, nos demuestran que estamos a años luz de conseguir el objetivo supremo de la sensibilización, que no es otro que convencer a los afortunados y equivocados habitantes del Primer Mundo de la urgente e imperiosa necesidad de equilibrar un poco la situación con los más desfavorecidos.
En el momento en que escribo este artículo, casi podría escribir un libro sobre las reacciones negativas de muchas personas a las que se les ofrece el librito El Safari de la Vida y rechazan comprarlo por los motivos más peregrinos. Algunos se parapetan tras la crisis aludiendo que, en estos momentos, no pueden pagar cinco euros. Otros dicen no leer nunca. Otros que no merece la pena porque no se puede hacer nada. Otros son partidarios de que los africanos se busquen la vida y otros alegan que ya les ayudan el Gobierno y las instituciones internacionales. Y así hasta el infinito, con lo que no es de extrañar que Belén Esteban sea más importante que los miles de niños que mueren cada día, digo bien, mueren cada día víctimas de hambre, sed y enfermedades perfectamente curables. Y tampoco es de extrañar que algunas personas se fijen más en el mensajero que en el mensaje, anteponiendo lo "bueno que está" a lo bueno que es lo que está diciendo.
Afortunadamente, también se podría escribir otro libro con las reacciones positivas de otras muchas personas que sienten, que les duele el dolor ajeno, que no entienden por qué las cosas están como están y que quieren hacer algo para aliviar su impotencia, una impotencia sobrevenida por la dejación de los gobiernos del mundo y por la triste cultura de la insoportable levedad del ser... humano.